El Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea ha publicado el informe ‘La persistencia de la pobreza energética en la UE’, cuyo principal objetivo es analizar la duración y la magnitud de la pobreza energética a lo largo del tiempo e identificar los factores socioeconómicos y demográficos que contribuyen a esta persistencia. Los hallazgos subrayan la importancia de realizar intervenciones políticas integradas y más investigaciones para abordar este desafío social persistente.
Este informe hace un análisis exhaustivo de la persistencia de la pobreza energética en la Unión Europea utilizando datos longitudinales de las estadísticas de la UE sobre la renta y las condiciones de vida (EU-SILC). El estudio utiliza modelos de regresión de efectos mixtos y multinivel para evaluar el impacto de factores a nivel individual, como el sexo, la edad y los cambios en el tamaño del hogar. También examina variables a nivel macro, como el gasto en protección social y la intensidad energética por vivienda.
Persistencia de la pobreza energética en la UE
La investigación destaca la proporción significativa de la población de la UE que sufre pobreza energética de forma persistente y descubre diferencias pronunciadas entre los Estados miembros, ya que algunos países presentan tasas más altas de pobreza energética de larga duración.
En este sentido, casi una quinta parte de la población de la UE no pudo mantener su hogar adecuadamente caliente durante al menos un año en el período 2017-2020. La cifra de atrasos en las facturas de servicios públicos rondaba el 15%, y poco menos del 30% de la población de la UE padecía alguna gotera, humedad o podredumbre en sus viviendas. Estos hallazgos resaltan la necesidad de intervenciones políticas matizadas que puedan abordar los aspectos inmediatos y de largo plazo de la pobreza energética.
El estudio destaca que la duración del tiempo que las personas pasan en condiciones de pobreza energética está estrechamente relacionada con su estabilidad financiera y habitacional.
El informe reconoce las limitaciones de los datos, como la falta de información para países y años específicos, lo que restringió el análisis de los indicadores basados en el gasto y ciertas características sociodemográficas. A pesar de estas limitaciones, el estudio respalda la necesidad de indicadores de pobreza energética estandarizados que integren los datos de gasto. Los hallazgos subrayan la importancia de realizar intervenciones políticas integradas y más investigaciones para abordar este desafío social persistente.
De los datos del informe se pueden extraer ideas políticas que, cuando se integran en agendas de políticas sociales más amplias, podrían garantizar una respuesta integral y justa a la pobreza energética como un mayor apoyo financiero a los grupos vulnerables, mejora de la eficiencia energética de los edificios, integración de la pobreza energética en la política social, proceso inclusivo de formulación de políticas, estandarización y desglose de indicadores en la UE, adopción de indicadores de pobreza energética personalizados, y promoción de fuentes de energía sostenibles e inclusión.