El estudio ‘El impacto de la pobreza energética en la vulnerabilidad social de la población atendida por Cruz Roja en el contexto de la crisis inflacionaria’, realizado por la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas ICAI para Cruz Roja, analiza la situación de más de 1.500 hogares y entre sus conclusiones destaca la incapacidad de mantener el confort en sus viviendas tanto en verano como en invierno.
Esta investigación se ha acercado a estos hogares para conocer en profundidad el impacto de la crisis energética y las consecuencias en su calidad de vida.
Se ha utilizado una metodología mixta de análisis cuantitativo, a través de encuestas telefónicas a más de 1.500 hogares, y cualitativo, a través de grupos focales, integrando los datos objetivos, las experiencias y las opiniones, sobre todo de las personas y familias atendidas, así como del personal técnico y voluntario de Cruz Roja.
Adicionalmente, se ha contado con la perspectiva de personas expertas que, desde distintos ámbitos, abordan el complejo fenómeno de la pobreza energética.
Impacto de la pobreza energética
Los resultados del informe destacan que el mayor problema experimentado por estos hogares en 2022 fue la incapacidad de más del 60% de mantener el confort en sus viviendas tanto en invierno como en verano, hecho que se puede relacionar con múltiples causas y condiciones. La primera es de carácter socioeconómico: más del 85% de los hogares del estudio se encuentran en situación de riesgo de pobreza y/o exclusión social.
En cuanto a los demás aspectos vinculados a la energía doméstica, más de un cuarto de los hogares experimentaron retrasos en el pago de facturas y la mayoría de la población encuestada declara haber tenido mayor dificultad en 2022 para pagar las facturas energéticas que en años anteriores.
El impacto social y personal de estos hábitos y, en general, de la pobreza energética, queda sintetizado desde seis perspectivas distintas: el impacto en la salud mental y física (el 23% de los encuestados manifiestan problemas de salud relacionados con la pobreza energética); el riesgo de intoxicaciones, incendios o cortes de electricidad (el 25% almacena productos inflamables y un 6,6% sufre cortes en suministros energéticos); el endeudamiento y retrasos en los pagos de facturas (el 27% reconoce el retraso en el pago de sus facturas y un 70% recorta gastos en ellas); la reducción de la vida social, de ocio y entretenimiento (el 67,2% de los encuestados sufre recortes en su vida social); el incremento de la conflictividad familiar y el impacto en la vida escolar y laboral (el 31% reduce su gasto en educación).
En cuanto a la asistencia y las ayudas que reciben, el 70% de los hogares encuestados no se beneficia de los bonos sociales nacionales y la mayoría de estos (57%) no conoce el procedimiento para solicitar estas ayudas.
Desde Cruz Roja señalan que para una transición energética justa es necesario superar o hacer frente a las situaciones de pobreza energética con alternativas y mejoras, como ampliar los bonos sociales, y fomentar la eficiencia energética y el autoconsumo así como la humanización de la atención social.