El Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea ha publicado un informe en cooperación con el centro holandés de expertos en diversidad en la transición energética 75inQ. Bajo el título ‘Género y energía: los efectos de la transición energética sobre las mujeres’, analiza el impacto, a menudo pasado por alto, de las disparidades de género en el acceso a la energía limpia y asequible, destacando la necesidad de tomar medidas para cerrar la brecha y fomentar la resiliencia social. Entre otras cuestiones, muestra una hoja de ruta para abordar las causas complejas de la pobreza energética.
El informe del JRC destaca la importancia de adoptar políticas inclusivas para garantizar la participación activa y la representación de las mujeres en la industria energética, no solo como clientes sino también en la toma de decisiones y en la innovación. Asimismo, ofrece una hoja de ruta para un enfoque más integrado e integral para abordar las causas complejas de la pobreza energética. Según el informe, las mujeres suelen estar más expuestas a la pobreza energética, a menudo debido a niveles más bajos de renta disponible y a estar sobrerrepresentado en hogares monoparentales.
Por otro lado, subraya que todavía existen desigualdades relacionadas con el género en el sector energético que deben abordarse mejor para garantizar una transición energética exitosa: las mujeres representaban un promedio del 32% de la fuerza laboral en el sector de las energías renovables en 2019. Para mejorar la evaluación del impacto de la transición energética en las mujeres, los hallazgos del estudio hacen hincapié en la necesidad de adoptar métodos sólidos de recopilación y monitorización de datos desglosados por género sobre la transición energética.
Conclusiones del informe para reducir las brechas de género
El informe destaca una serie de conclusiones, entre ellas se encuentra la necesidad de mitigar las desigualdades de género en el acceso a servicios energéticos asequibles y sostenibles en las políticas, instrumentos y mecanismos en todo el sistema energético y en todos los niveles de gobernanza; así como estimular el compromiso político y la gestión de los gobiernos y socios corporativos en el sector energético para garantizar la participación y representación igualitaria de las mujeres en la transición energética.
Finalmente, concluye que reconocer y corregir las disparidades de género a medida que cambia el entorno energético no sólo garantiza una transición justa, sino que también sienta las bases para una sociedad europea empoderada y resiliente. Existe un conjunto creciente de buenas prácticas evidentes en iniciativas para una transición energética inclusiva y justa que puede servir de inspiración para la implementación de estas recomendaciones.