El estudio titulado ‘Pobreza energética: Ecosistema de agentes para combatirla mediante intervenciones de proximidad’, elaborado por la Cátedra de Sostenibilidad Energética del IEB-Universitat de Barcelona y publicado por Fundación Naturgy, obtiene como principal conclusión que la lucha contra la pobreza energética debe enfocarse a través de las administraciones, las entidades del tercer sector, las instituciones académicas y los agentes del sector energético que actúan a un nivel local, ya que ofrecen una mayor cercanía a los colectivos en dificultades o riesgo de exclusión social.
España es uno de los países de la UE con niveles mayores de pobreza energética. En 2012 ocupaba la décima posición con mayor incidencia de hogares incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada. Diez años más tarde, España se encuentra en la sexta posición, con un impacto en el 17,1% de los hogares españoles, frente al 9,3% de la media europea.
Esta investigación analiza los actores involucrados en la mitigación de la pobreza energética para proponer cómo lograr una mejor coordinación y colaboración entre ellos.
Lucha contra la pobreza energética en España
La pobreza energética requiere la coordinación de los distintos agentes implicados en su resolución y establecer un modelo de gobernanza que los integre en su diversidad.
Según el estudio, este modelo permite conocer los problemas más cercanos e inmediatos, orientar mejor las actuaciones para obtener una ejecución más acertada y dar respuesta a nuevos retos y necesidades propias de los colectivos más vulnerables, a través de la cooperación de los distintos agentes del ecosistema local.
La administración pública es el agente que impulsa la mayoría de las iniciativas contra la pobreza energética, según el estudio. Las entidades del tercer sector, así como las empresas y cooperativas, participan de forma habitual en las iniciativas locales contra la pobreza energética, en un 87,5% y 81,3% de las iniciativas. Y, por último, las universidades y centros de investigación están implicados en tres de cada cuatro iniciativas de lucha contra la vulnerabilidad energética.
El estudio también identifica puntos de mejora y oportunidades para lograr un trabajo eficiente a nivel local. Señala además la importancia de caracterizar bien a las personas que sufren de pobreza energética. Para ello, además de encuestas homogeneizadas de organismos oficiales, sería necesario obtener información de múltiples fuentes, como la que manejan las entidades sociales, los datos de los contadores inteligentes para saber si se está haciendo un buen uso de la energía o los que permitan conocer el estado de las viviendas.
Eficiencia energética y promoción del uso de las renovables
El estudio analiza el papel de los agentes locales a través de cuatro iniciativas: eficiencia energética, la promoción del uso de las energías renovables, transferencia del conocimiento y el empleo de la innovación tecnológica.
Respecto a las iniciativas de eficiencia energética, la administración local facilita el contacto con las familias vulnerables y tiene la capacidad de agilizar los trámites administrativos para la realización de las actuaciones pertinentes. En este ámbito, existen ayudas públicas a la rehabilitación y cesión de viviendas y edificios a nivel territorial, autonómico y local. Las empresas ofrecen sus servicios y, en ocasiones, aportan fondos y recursos materiales, y las organizaciones sociales colaboran con la identificación y el contacto con los hogares vulnerables, mientras que las universidades y centros de investigación tienen una menor participación.
Haciendo referencia a la promoción del uso de las energías renovables, la cooperación entre administración pública y empresas energéticas es muy relevante. El papel de estas últimas se centra en la realización de las instalaciones y las conexiones a la red, así como el desarrollo de aplicaciones de autoconsumo. Las organizaciones locales colaboran con su conocimiento del terreno y facilitando el empoderamiento energético de los ciudadanos, a través de comunidades energéticas o asociaciones vecinales; y las universidades y centros de investigación aportan asesoramiento técnico, apoyan el trabajo de campo y la elaboración de los planes de actuación.