El pasado 27 de enero, Joan Groizard fue nombrado director general del IDAE por el Consejo de Ministros, a propuesta de la Vicepresidencia para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. Este cargo ya lo ostentaba Groizard desde septiembre de 2019, en sustitución de Joan Herrera. Durante este tiempo, ha desempeñado simultáneamente el cargo de director de Energías Renovables y Mercado Eléctrico del IDAE. En esta nueva legislatura, Joan Groizard pretende asegurar que el IDAE esté «a la altura del reto que tenemos por delante». Este reto se basa en cumplir con el marco estratégico de energía y clima propuesto para 2050.
ESEFICIENCIA: En enero el Consejo de Ministros le encomendó la Dirección General del IDAE, cargo que ya ostentaba desde septiembre de 2019. ¿Qué supone para usted este nombramiento? ¿Cuáles son los objetivos que se ha propuesto como director general de la entidad?
Joan Groizard: Con el cambio de etapa, tras el tiempo en que el gobierno se ha encontrado en funciones, es el momento de «coger velocidad de crucero» y poner en marcha las distintas medidas previstas en el marco estratégico de energía y clima en las que hemos venido trabajando internamente. Como IDAE, nos toca jugar un papel de palanca en la Transición Energética, poniendo en valor el talento y experiencia que tenemos en el Instituto a la vez que nos actualizamos organizativa y funcionalmente para dar respuesta a los retos que tenemos por delante.
Una de las misiones principales: Trabajar para que IDAE termine de recuperar su lugar como referente entre los actores energéticos, mientras que nos convertimos en una herramienta útil para apoyar al resto de la sociedad -empresas, administraciones públicas, particulares y sociedad civil- a aprovechar las oportunidades que supone la Transición Energética.
ESEFICIENCIA: Como órgano dependiente de la Vicepresidencia de Transición Ecológica, ¿cuál es la aportación del IDAE en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y en la Ley de Cambio Climático? A través del PNIEC, España pretende alcanzar en 2050 la neutralidad climática con un sistema eléctrico 100% renovable. ¿Qué papel tendrá el instituto para intentar alcanzar los objetivos planteados en el plan? Desde su punto de vista, ¿tiene España la capacidad tecnológica para el escenario propuesto?
Joan Groizard: Desde IDAE, siempre en coordinación y trabajando mano a mano con el resto del Ministerio para la Transición Ecológica, hemos contribuido intensamente al Plan Integrado de Energía y Clima, aportando análisis técnico, diálogo con distintos sectores, visión de conjunto y medidas específicas. Ahora que pasamos a la fase de implementación y consecución de los objetivos, la intención es trasladar esa implicación a la ejecución del plan. Desde la puesta en marcha de proyectos innovadores que hagan de efecto tractor para el sector privado o la gestión de fondos nacionales y europeos para movilizar inversión privada, al análisis y seguimiento cuantitativo del plan, la puesta en marcha de medidas concretas previstas en él o el diálogo con los distintos agentes que tienen algo que contribuir a los objetivos, consideramos que IDAE debe seguir siendo una herramienta que facilite, active y visibilice el cambio.
En todo caso, estamos viendo que en España ya contamos con una cadena de valor puntera en distintos ámbitos, desde los bienes de equipo para energías renovables, redes inteligentes o gestión de la movilidad eléctrica, a toda la cadena de valor de la energía eólica. Tenemos que ser capaces, de la mano del sector, de aportar esa visibilidad a medio y largo plazo que permitan que este potencial industrial se mantenga y se refuerce. Al fin y al cabo, el marco estratégico de energía y clima no persigue solo objetivos ambientales o de emisiones, sino que busca también reverdecer la industria y mejorar la competitividad.
ESEFICIENCIA: Entre las medidas contempladas en el PNIEC, también figura un 39,5% de mejora de la eficiencia energética. ¿Qué actuaciones se van a llevar a cabo desde el IDAE en este ámbito? ¿Cuáles son los retos y barreras que España tiene por delante para alcanzar los objetivos tanto de eficiencia energética como de aportación de renovables?
Joan Groizard: «La eficiencia energética, lo primero» es uno de los eslóganes de las estrategias energéticas europea y española. Desde IDAE venimos trabajando, y seguimos haciéndolo, en apoyar, técnica y económicamente, a los sectores de la edificación, la industria y la movilidad a ganar en eficiencia, y en proponer y desarrollar nueva normativa que nos permita avanzar hacia los objetivos.
Precisamente ahora estamos trabajando en nuevas convocatorias de ayudas destinadas a la rehabilitación energética de edificios, a la que destinaremos 300 millones de euros para este año, priorizando actuaciones dirigidas a sectores vulnerables o aquellas que maximicen el ahorro. También estamos trabajando en una segunda convocatoria del plan MOVES para el apoyo a la movilidad eléctrica y sostenible, donde hemos incrementado el presupuesto en un 40% hasta los 65 millones.
Sin embargo, no va a ser posible cumplir los objetivos solo con ayuda del sector público. Es necesario que el sector privado también innove, no solo en lo tecnológico, sino también en la gestión y en modelos de negocio. Necesitamos que para una empresa o una familia, apostar por la eficiencia energética o las renovables sea fácil, sencillo y atractivo, y para ello son necesarios servicios energéticos innovadores. Afortunadamente, estamos viendo que esto es una tendencia al alza, por lo que hay motivos para ser optimistas.
ESEFICIENCIA: En 2019 se ha duplicado en España la potencia fotovoltaica instalada en autoconsumo, llegando a 1 GW. ¿Se han cumplido las expectativas del Gobierno cuando en abril del año pasado se aprobó el Real Decreto 244/2019? ¿Qué retos tiene aún por delante el autoconsumo?
Joan Groizard: En política energética el 2019 ha sido, sin duda, el año del autoconsumo. Del llamado «impuesto al sol» y las barreras técnicas y administrativas, en el último año hemos pasado a tener previsiones de 5 o 6 GW de autoconsumo para 2030, pero la realidad es que en el último año ya casi hemos llegado al primer GW instalado, con un ritmo de instalación cada vez mayor.
En los ámbitos industrial y residencial unifamiliar vemos como el autoconsumo está despegando sin problemas, mientras que en el ámbito plurifamiliar – donde vive la mayoría de los españoles – todavía está costando, a pesar de la nueva normativa sobre autoconsumo colectivo. En todo caso, desde IDAE estamos llevando a cabo un estudio cuantitativo y cualitativo para identificar el potencial del autoconsumo en cada ámbito y las principales barreras que pueden quedar por delante, como primer paso hacia esa Estrategia Nacional de Autoconsumo prevista en el PNIEC.
Un ámbito de trabajo concreto que ya hemos identificado es la necesidad de apoyar en la gestión de las peticiones de instalación de autoconsumo y la inclusión en la planificación urbanística de esta nueva realidad.
ESEFICIENCIA: Pasemos ahora al ámbito de las tecnologías para producir calor a partir de fuentes renovables, como la solar térmica, la geotermia o la biomasa. ¿Qué aportación tienen estas tecnologías en la transición energética y qué medidas se van a llevar a cabo para fomentar su uso?
Joan Groizard: La nueva directiva de renovables prevé que hay que incrementar la aportación de las renovables en el calor y frío al menos un 1,1% cada año. Debemos pensar en la climatización de edificios y la generación de agua caliente, pero el reto todavía mayor es incorporar las renovables a los distintos procesos industriales.
Para avanzar en esta dirección hay que usar todas las herramientas a nuestro alcance. Por ejemplo, junto con el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana hemos venido trabajando en progresivas mejoras de la normativa como el Código Técnico de la Edificación o el RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios). Por otra parte, en las distintas líneas de ayuda que estamos tramitando, también se tiene en cuenta esta variable: las ayudas a la rehabilitación energética de edificios incluyen la introducción de instalaciones térmicas renovables; mientras que sacaremos convocatorias específicas, con cargo a fondos europeos FEDER, para el apoyo de las renovables térmicas en la industria u otros sectores. Por su parte, el Plan de Energía y Clima prevé la puesta en marcha de un marco específico que garantice la incorporación de renovables térmicas, que deberemos desarrollar a lo largo de este año.
En muchos casos el cambio es evidente y competitivo, pero en otros casos –en especial los usos de alta temperatura en el caso de la industria– hay que seguir avanzando en nuevas soluciones, por lo que la inversión en I+D y el apoyo a proyectos singulares e innovadores por parte de las empresas también va a ser clave.
ESEFICIENCIA: La aplicación de las medidas del PNIEC va a suponer un gran esfuerzo económico. ¿Existen cálculos estimados de esos costes? ¿Con qué recursos cuenta el Gobierno para financiar el Plan y cómo se van a gestionar?
Joan Groizard: El Plan Integrado de Energía y Clima viene acompañado de un estudio e impacto económico, social y sobre el empleo y la salud pública, que ha sido valorado muy positivamente por distintos actores a nivel nacional y europeo. Ya en su propio diseño, el plan busca las soluciones más coste-eficientes para cumplir con los objetivos a 2030, a la vez que busca los mecanismos para aprovechar las oportunidades en los distintos ámbitos de la economía.
En concreto, el plan prevé unas inversiones adicionales (en comparación con un escenario tendencial sin las medidas del plan) de casi 200.000 millones de euros a lo largo de la década 2021-2030, de los que en torno al 20% son inversión pública y un 80% privada. En cuanto a la inversión pública, hablamos del desarrollo de una fiscalidad verde, tal y como ya se ha comprometido el gobierno, así como medidas de impulso a nivel municipal, autonómico, estatal y también fondos europeos. Existen a la vez otros mecanismos, como el Fondo Nacional de Eficiencia Energética, que gestiona el IDAE en colaboración con las Comunidades Autónomas, que también contribuyen a este fin.
En cuanto a la inversión privada, una parte se moviliza a partir de la “palanca” que suponen los fondos públicos. Sin embargo, más importante todavía es tener un marco normativo claro, que acompañe esas inversiones. El desarrollo del autoconsumo este último año a partir de los recientes cambios normativos es un ejemplo claro: al fin y al cabo, 1 GW de autoconsumo supone más de 1.000 millones de euros que ya se ha invertido, colectivamente, por parte de aquellas familias, empresas y administraciones que han apostado por generar su propia energía renovable. De forma similar, los nuevos mecanismos de subastas para energías renovables en los que estamos trabajando, que permitan emitir señales claras para los promotores a la vez que trasladar los ahorros en costes a la factura eléctrica de los consumidores, es otra pieza de ese marco que debe contribuir a movilizar la inversión privada.
Por otra parte, estamos viendo que el propio sector financiero cada vez está más alineado con la sostenibilidad. Inversores y reguladores están preocupados por el “riesgo climático” financiero de inversiones y empresas no alineados con los objetivos de descarbonización, por lo que el apetito por financiar inversiones sostenibles (ambiental y financieramente) es cada vez mayor.
Según el estudio marcoeconómico del PNIEC, las necesarias inversiones tienen un retorno significativo. El país se ahorra un total de 6.800 millones de euros en factura energética por una mayor eficiencia, mientras que el uso de renovables permita que se dejen de importar 67.000 millones de euros en combustibles fósiles a lo largo de la década.
ESEFICIENCIA: Finalmente, el PNIEC plantea que el 74% de la generación eléctrica de nuestro país sea de origen renovable, con una trayectoria hacia un sector eléctrico 100% renovable en 2050. ¿Qué acciones se van a poner en marcha para conseguir este objetivo? ¿Cuáles serán los cambios principales de nuestro modelo energético con ese objetivo?
Joan Groizard: Venimos de un sistema energético centralizado, fósil, en el que la demanda era incuestionable y la generación debía acoplarse a ella, y en el que las renovables eran una cuestión marginal, que se iba introduciendo con lentitud. Sin embargo, en los próximos años vamos a pasar a un sistema mayoritariamente renovable. Incluso un 74% de generación renovable media significa que, muchas horas del año, vamos a tener significativamente más generación renovable de la que necesitemos en ese momento concreto.
Para ello, vamos a necesitar un sistema mucho más flexible. El almacenamiento y la gestión de la demanda van a ser imprescindibles para maximizar el aprovechamiento de las renovables. La figura del “agregador” va a permitir que las baterías que tengamos en casa o en los vehículos eléctricos puedan aportar también a esa flexibilidad de la red. El acceso fácil e intuitivo por parte de los consumidores a los datos de sus propios contadores inteligentes va a ser imprescindible para poder tomar decisiones adecuadas de eficiencia energética y gestión de la demanda.
En definitiva, el cambio de sistema no es solamente de fósil a renovable, es también pasar de un sistema centralizado a uno mucho más abierto y participado, donde los consumidores, desde el doméstico al industrial, tenemos más opciones no solo de consumo sino también de generación y de gestión. El potencial es inmenso.