La biomasa sólida fue en 2018 la principal fuente de origen renovable utilizada en la Unión Europea para producir calor, según se desprende del Barómetro 2019 publicado en enero por el consorcio EurObserv’ER. Ese año, el consumo de biomasa sólida para usos térmicos se mantuvo estable respecto a 2017, mientras que creció la producción de electricidad a partir de este recurso. El barómetro destaca la tendencia a sustituir el carbón por recursos biomásicos en las grandes centrales eléctricas.
La biomasa sólida se utiliza principalmente en forma de astillas de madera y briquetas, aunque incluye muchas otras formas como desechos de madera, pellets, serrín, paja, bagazo o licor negro de la industria papelera. La valorización energética de estos residuos se utiliza, básicamente, para producir calor.
Con 99,3 Mtoe, el consumo de energía primaria a partir de biomasa se mantuvo estable en 2018, tan sólo un 0,3% más bajo que en 2017, situándose aún por debajo del umbral de los 100 Mtep.
Consumo bajo el umbral de los 100 Mtoe
Según el barómetro 2019 de EurObserv’ER, la demanda de biomasa sólida para usos térmicos descendió desde los 68,9 Mtoe de 2017 a los 68,2 Mtoe de 2018, debido a unas temperaturas más suaves en invierno. Por otro lado, la generación de electricidad a partir de biomasa sólida aumentó en 2018 un 5,1% en comparación con 2017, pasando de 94,7 TWh a 99,5 TWh.
Este crecimiento en la valorización energética para producir electricidad fue impulsado esencialmente por el Reino Unido, Finlandia y Bulgaria, donde se observa una clara tendencia a convertir grandes centrales de carbón en plantas de generación de electricidad a partir de biomasa.