El Gobierno de Donald Trump aprobó el pasado martes 28 de marzo un nuevo decreto que anula gran parte de las regulaciones existentes en Estados Unidos para luchar contra el cambio climático. Las reacciones no se han hecho esperar y varios sectores ligados a la energía y al medio ambiente han alzado sus voces contra una orden ejecutiva que, entre otras medidas, pretende revisar el Plan de Energía Limpia (Clean Power Plan) de Obama y recortar un tercio del presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental.
Una de las primeros rechazos procede de We Mean Business, coalición de empresas que cree firmemente que la transición hacia una economía baja en carbono es la única manera para garantizar un desarrollo próspero y sostenible. Nigel Topping, CEO de la plataforma, ha declarado que la orden ejecutiva de Trump socava políticas que, hasta ahora, estimulaban la competitividad económica, la creación de empleo, la inversión e infraestructuras y la salud pública.
Muchas compañías americanas han fijados ambiciosos objetivos de eficiencia energética y uso de energías renovables y el Plan de Energía Limpia de Obama les proporciona una plataforma que asegura recursos de energía limpia fiables y duraderos y, a su vez, genera sustanciales beneficios para la economía y la salud. Hace tan sólo 18 meses, el Gobierno Federal estimó que los beneficios del Plan de Energía Limpia podrían alcanzar entre los 26 y los 45 billones de dólares, con un ahorro energético en torno a los 155 billones de dólares entre 2020 y 2030. Además, el Plan concede regularmente ayudas económicas para la economía de energías limpias, ayudas que sólo en 2016 dieron apoyo a más de 3 millones de empleos en Estados Unidos, según un informe del Departamento de Energía y Empleo.
El legado del Plan de Energía Limpia
En similares términos ha respondido American Council for an Energy-Efficient Economy (ACEEE), organización que trabaja para impulsar programas, políticas, tecnologías e inversiones en eficiencia energética. Maggi Molina, directora general de Política de ACEEE, considera que el Plan de Energía Limpia ha marcado la hoja de ruta para que muchos estados establezcan medidas de eficiencia energética que no sólo han conseguido reducir las emisiones de efecto invernadero sino que han contribuido a otros logros como reducir la factura energética de los hogares, crear empleo, proteger la salud pública y mejorar la resiliencia de viviendas e infraestructuras.
Aunque el nuevo decreto supone un paso atrás, continua Maggi Molina, el Plan de Energía Limpia ha dejado un legado tan duradero que son los gobiernos estatales y locales los que tienen que decidir si quieren continuar avanzando en materia de eficiencia energética en beneficio de los ciudadanos, la economía y el medio ambiente.