Uno de cada cuatro hogares de la ciudad de Valencia padece carencias en el acceso a la energía. Esta es una de las conclusiones del estudio impulsado desde el Ayuntamiento de Valencia y elaborado por la Universidad Politécnica de Valencia, y que servirá para definir las estrategias municipales de actuación de cara a la prevención y atención a las situaciones de pobreza energética.
Según el indicador de ingresos en el hogar, la pobreza energética en Valencia es del 23,23%, es decir, casi 1 de cada 4 hogares de la ciudad, y de ellos, el 6,6% están en esta situación por culpa exclusivamente de sus gastos de energía para el hogar. El 15,08% restante se encuentra en riesgo de caer en pobreza energética si no aumentan sus ingresos o si estos se mantienen a la vez que aumenta su gasto energético.
Ante esta situación, el Ayuntamiento de Valencia y la Universidad Politécnica de Valencia han elaborado una batería de propuestas que se asientan sobre cuatro áreas: intervención, formación, fortalecimiento de redes y control.
Entre las medidas propuestas dentro de la iniciativa denominada «Transición Energética», se señala la importancia de elaborar un plan de rehabilitación subvencionada de los edificios con bajo índice de certificación energética, incentivar el autoconsumo con energías renovables o asegurar el suministro en la estación fría. En el campo de la formación, desde el departamento de Bienestar Social ya se ha puesto en marcha un plan específico sobre pobreza energética dirigido al personal de las concejalías de Bienestar Social y Educación.
También se ha subrayado la necesidad de involucrar a organizaciones sociales, empresas del sector terciario y compañías suministradoras de energía. En este sentido, la firma Iberdrola tiene una bonificación para personas que lo soliciten del 15% de la factura, pero el resto lo paga el Ayuntamiento.
Además del diagnóstico geográfico, el estudio delimita también las causas de la pobreza energética, tanto de los factores internos del hogar como de los factores externos vinculados al modelo energético. Entre ellos, la escasa capacidad de pago de la ciudadanía, la baja eficiencia energética de la vivienda y de los electrodomésticos, el denominado analfabetismo energético, la facilidad de desconexión energética, la baja flexibilidad para pasar a un mejor servicio energético y, por supuesto, las situaciones de desempleo o bajos sueldos de las personas.
Valencia es la primera ciudad de España en disponer de este estudio y prácticamente la segunda de Europa (únicamente Edimburgo realizó un diagnóstico similar el año pasado).