La Jornada sobre “El liderazgo energético de Europa 2030”, organizada por La Oficina de Javier García Breva, ha puesto de manifiesto que, ante la débil respuesta europea frente a los retos del riesgo de seguridad del suministro y los impactos del cambio climático, otra alternativa energética es posible.
Con esta jornada Javier García Breva, experto en políticas energéticas y Presidente de N2E, se ha propuesto trasladar el debate energético europeo a la sociedad con la participación de Mikkel Larsen, de la Embajada de Dinamarca, Carolina Probst, de la Embajada de Alemania, José López-Tafall, Presidente de la Asociación Empresarial Eólica, Santiago Carcar, periodista y Cote Romero por la Plataforma por un nuevo Modelo Energético.
Crecimiento con más renovables
Alemania y Dinamarca representan un modelo energético que considera la alta dependencia energética de los combustibles fósiles y la seguridad de suministro como el primer problema energético y han decidido resolverlo con una estrategia a largo plazo para incrementar la energía autóctona, prescindiendo de la energía nuclear, y desconectar el crecimiento del PIB del mayor consumo de energía y de las emisiones de CO2. Ambos países han definido su hoja de ruta energética a largo plazo sin nucleares, planificando una transición energética basada en más eficiencia energética, más renovables, interconexiones y redes inteligentes, con objetivos más elevados que los que ha establecido la Unión Europea y con el convencimiento de que las renovables pueden sustituir a las nucleares.
Crecimiento sin renovables
El mensaje que se lanza desde España es todo lo contrario: no hay apoyos para las renovables ni los habrá. La falta de cultura energética impulsa un modelo energético sin eficiencia energética y mayores importaciones de gas, petróleo y carbón, es decir, un modelo basado en preservar la rentabilidad y uso de los combustibles fósiles y las nucleares. La falta de competencia y reguladores independientes garantiza unos ingresos al sistema eléctrico por encima de los costes reales de generación frente a la reducción de precios que provocan las renovables en el mercado mayorista y su mayor competitividad.
Los expertos coincidieron en que la ineficacia de esta regulación ha provocado que crezcan en paralelo el coste de la dependencia energética, los déficits de tarifa eléctrica y gasista, la sobrecapacidad del sistema, el intervencionismo, el recibo de la luz, el riesgo regulatorio y la inseguridad jurídica. Se impide así la reducción de costes energéticos a consumidores y pymes.
Mientras la energía eólica se ha convertido en la primera fuente energética del país, la reforma eléctrica ha decidido renunciar al liderazgo mundial de España y perder o deslocalizar la industria y la tecnología nacional en tecnologías limpias. España perderá el tren de las renovables por la reforma energética del Gobierno y renuncia al enorme potencial de su única energía autóctona disponible como son los recursos renovables y el ahorro de energía.
Las soluciones, según han señalado los ponentes confirmando la visión de Javier García Breva, no van a venir a través de un mayor desarrollo de las capacidades del sistema gasista, actualmente en situación crítica, ni de una reforma eléctrica basada en mantener un precio mayorista de la energía alto para defenderse de la competitividad de las fuentes renovables ni de negar los costes crecientes del cambio climático, sino de avanzar hacia un nuevo modelo que sustituya los combustibles fósiles y la energía nuclear por energías renovables y haga la transición de la generación centralizada hacia la generación distribuida en beneficio de los consumidores. Se trata de definir un modelo energético en alianza con la sociedad.
El futuro del liderazgo energético
En la jornada se ha destacado que los países que antes avancen hacia un modelo energético que garantice la seguridad de suministro, la reducción de costes y la sostenibilidad ambiental liderarán el mundo. “Europa puede hacerlo a través de una política energética común acelerando el cumplimiento de las directivas europeas y los objetivos de energía y clima para 2020 y el establecimiento de objetivos nacionales vinculantes más ambiciosos para 2030”, concluye Javier García Breva.