La actual coyuntura económica y los avances tecnológicos obligan a las ciudades a ser más eficientes y sostenibles. El alumbrado público es uno de las principales oportunidades de cambio. Si tenemos en cuenta que el 20% del gasto energético de una ciudad es en este campo, las posibilidades de ahorro que presentan las nuevas tecnologías son muy elevadas.
Dotar de inteligencia al alumbrado público permite mejorar el rendimiento de la instalación y obtener ahorros económicos y medioambientales, liberando recursos de las administraciones a medio y largo plazo. Sistemas de gestión integral del alumbrado como CityTouch de Philips, válidos para toda la ciudad, permiten controlar a distancia, punto por punto, la cantidad e intensidad del alumbrado dependiendo de las necesidades específicas de cada momento.
La tecnología LED, unida a la telegestión, ofrece ventajas como la larga duración (hasta 60.000 horas, lo que garantiza que estas luminarias no tengan que ser reparadas en más de 25 años), el bajo consumo energético y la ausencia de metales pesados y peligrosos como el mercurio. Los ahorros potenciales de unir ambas innovaciones pueden llegar a ser superiores al 80%.
Paralelamente, surgen nuevos modelos de financiación de la renovación tecnológica, como son las Empresas de Servicios Energéticos (ESE). La colaboración público-privada se convierte en punto indispensable en este modelo, donde los ahorros obtenidos gracias a la mejor eficiencia de las nuevas tecnologías permiten su propia financiación.
Todas estas innovaciones significativas van encaminadas a mejorar la calidad de vida de las personas que habitan las ciudades. Si tenemos en cuenta que en 2020 dos de cada tres personas vivirá en grandes urbes, el diseño, la gestión y las sostenibilidad de las mismas es motivo de preocupación para los diferentes agentes que intervienen. En conclusión, las ciudades del presente necesitan un impulso urgente de modernización para convertirse en las Smart Cities del futuro.