Según la Asociación de Fabricantes Españoles de Lanas Minerales (AFELMA) la primera exigencia para que España pueda converger con países de su entorno en materia de eficiencia energética en la edificación, pasa por abordar sin más dilación las siguientes tareas pendientes:
- Transponer la Directiva Europea de Eficiencia Energética por la que las exigencias de ahorro energético deben de extenderse a todos los edificios y no sólo a los de nueva construcción como ocurre hasta ahora.
- Actualizar de forma urgente el Código Técnico de la Edificación en su apartado térmico (DB HE1). Esta actualización acumula más de un año de retraso, que viene a sumarse a los bajos niveles de exigencia térmica del primer documento aprobado en 2006, que a su vez nació con cuatro años de retraso sobre la fecha prevista en la legislación.
- La actualización del apartado térmico del CTE debe servir para acabar con las diferencias sobre exigencias térmicas que nos separan de Francia en zonas climáticas idénticas. En concreto, los datos demuestran que en la zona fronteriza atlántica Francia es un 45% más exigente en las condiciones térmicas de los edificios que España y en la zona fronteriza del mediterráneo un 36%.
Estas diferencias son aún mayores con la entrada en vigor en el país vecino de los nuevos valores de aislamiento recogidos en la RT 2012. Como es obvio, este distinto tratamiento de las exigencias en aislamiento se traduce en un importante incremento de la factura energética que paga España, dependiente energéticamente en un 80%, y que repercute en la factura de los hogares y empresas, además de los altos niveles de emisiones de CO2 que conlleva este despilfarro energético.
En concreto, según el reciente estudio del IDAE, una vivienda unifamiliar de la zona atlántica española consume casi un 13% más de energía que la misma vivienda en la zona mediterránea, en tanto que las viviendas en bloque lo hacen en un 36% más. Sin embargo, en ambas zonas las exigencias de aislamiento térmico para las fachadas en la mayoría de los casos son idénticas, admitiendo un valor de U de 0,73 W (m2*K). En las zonas francesas estos valores difieren en un 17,5%.
- La administración central y autonómica deben desarrollar de forma inmediata la certificación energética de edificios, nuevos y existentes.
- Puesta en marcha de un plan público de impulso a la rehabilitación de edificios que recoja el conjunto de las ayudas públicas de las distintas administraciones y organismos públicos de forma transparente. El acceso a las ayudas públicas debe estar condicionado a la mejora de la eficiencia energética, obligando, en el caso de las reformas de fachadas y cubiertas, a incorporar como mínimo las exigencias térmicas del CTE.
AFELMA considera que las ayudas públicas a la rehabilitación de edificios deben evolucionar desde las subvenciones hacia la desgravaciones fiscales en el IRPF o en el Impuesto de Sociedades, ya que de este modo el Estado no debe desembolsar dinero y, además se beneficia a todos los que quieren rehabilitar y no sólo a los que llegan a tiempo de acceder a las ayudas y superan las barreras administrativas de las mismas.
- El plan público debe completarse con otras medidas como la concesión de créditos por parte de las entidades financieras a un interés preferente.
- La financiación pública o privada debe ser accesible a bloques de edificios o zonas determinadas, pero también a viviendas unifamiliares, ya que los 5,1 millones de viviendas unifamiliares del parque español consumen, según el estudio del IDAE, 184.000 TJ, es decir, casi el doble que los 12,1 millones de viviendas en bloque (109.000 TJ).
- Las exigencias de aislamiento térmico deben formar parte de la Inspección Técnica de Edificios (ITE) como modo de incorporar progresivamente la mejora de la eficiencia energética a un parque de viviendas con escasas o nulas condiciones térmicas. El 93% del parque de viviendas se construyó con anterioridad al año 2006.
- Promoción de programas de sensibilización y formación de los ciudadanos sobre la importancia de la rehabilitación térmica y acústica de edificios en todas las zonas del país, ya que el número de hogares que disponen de calefacción oscilan entre el 95% de la zona continental y el 86% de la zona mediterránea, lo que viene a destruir el mito de que el hecho de ser un país cálido los consumos de calefacción son moderados y que por tanto los niveles de exigencia térmica "no son tan relevantes".
Insistiendo en este hecho es necesario destacar que, según el estudio del IDAE, aunque el consumo de energía en climatización por vivienda en la zona mediterránea es menor que en la zona continental y ligeramente inferior al de la zona atlántica, la concentración de población en esa área hace que el consumo global de la misma, 116.000 TJ, multiplique por cuatro el de la zona atlántica y se aproxime al de la zona continental, 148.000 TJ.