El pasado 29 de noviembre en la sede de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) se presentó el estudio "Potencial económico de la reducción de la demanda de energía en España" elaborado por Economics for Energy. De acuerdo con el mismo, la demanda energética en España puede reducirse un 40 % acumulado hasta 2030, con respecto a 2010, si a la evolución de las distintas tecnologías y el desarrollo de las medidas previstas se suma un compromiso político adicional para promocionar tecnologías más eficientes.
El informe presenta tres escenarios: uno tendencial, otro político y un tercero tecnológico.
El primero compara la demanda energética en 2030, dada la evolución esperada de las distintas tecnologías y la implantación de las medidas previstas, frente a la que habría si se mantuviera la estructura de 2010. Y estos cambios previstos permitirían reducir el consumo en un 26 %.
A partir de ahí, el desarrollo del escenario político, con un mayor compromiso público para fomentar tecnologías más eficientes, sumaría un potencial adicional de ahorro del 19 %, con lo que el total de reducción alcanzaría ese 40 %.
Entre las medidas dibujadas, está el impulso del transporte ferroviario para mercancías, de los vehículos más eficientes, el fomento de las renovables o las medidas de ahorro en la edificación.
En el escenario tecnológico, que asume una evolución más avanzada de los recursos para ahorrar energía aunque sin medidas políticas, el potencial adicional sería inferior, del 15 %.
En cuanto a los costes, en el escenario tendencial, el 73 % del potencial de reducción tendría un coste "nulo" siempre en función de la evolución de los precios energéticos.
Por el contrario, en el escenario político el coste ascendería a 17.700 millones de euros y en el tecnológico a 19.000 millones de euros. Unas cifras que pueden duplicarse si las inversiones recaen en el sector privado.
Pedro Linares, uno de los directores de Economics for Energy, señaló en la presentación del estudio que todos estos potenciales de ahorro dependen en gran parte de la evolución de los precios de la energía y del coste de las tecnologías, ya que estos aspectos marcan la rentabilidad de las inversiones en eficiencia energética. Linares reconoció que hay barreras más allá de las económicas que frenan la adopción de medidas de ahorro y eficiencia.